sábado, julio 02, 2005

Ser o no ser

A raíz del episodio de ayer mientras corría hoy volví a pensar en la muerte. Muchas veces sentí una angustia honda, visceral, un cansancio muy profundo que aún durmiendo no cede. Y un ansia por deshacerme de esa sensación, como un partir dejando todo atrás, liberando la esencia. Hay una puerta por la que, al atravesarla desde el aquí y el ahora, se ingresa al no ser. Entonces, vivir es salir por esa puerta al ser. El yo que somos, el yo individual, es quizás la causa de la aflicción, de ese temor opresivo sin causa. ¿La renuncia al yo producirá alivio?
La puerta tiene un cartel de cada lado; en uno se lee Vida, en el otro, Muerte.

viernes, julio 01, 2005

El misterio de la puerta

Después de mucho tiempo decidí volver a correr, aunque para empezar basta con caminar a cierto ritmo. La plaza Arenales queda cerca y siempre hay gente entrenando, detalle no menor al momento de retomar algo que básicamente no me gusta demasiado. Me propuse un objetivo modesto: serían doce vueltas en una hora, promedio de una vuelta cada cinco minutos. A último momento me acordé de llevar una pequeña radio.

Una vez en la plaza, sintonicé una radio de música clásica para que me haga compañía y empecé la marcha. Transitaba la vuelta novena por el lado de la calle Mercedes mientras en los auriculares sonaba la sinfonía noventa y siete de Haydn cuando escucho lo que me pareció un rompe portones. Llego a la esquina y el policía que estaba allí, en el momento que paso a su lado, desenfunda el arma y dispara una, dos veces contra un auto que aceleraba, un Renault 11, gris, con vidrios polarizados, justo frente a confitería que está en la esquina de Nueva York. Había gente en la vereda, hacia donde se dirigieron los disparos, que miraba toda la acción petrificados, como si las balas no fuesen reales.

Durante esos instantes continúe corriendo aunque había perdido el ritmo. Por unos momentos pensé que desde el auto podrían haber disparado también y yo hubiese quedado en la línea de fuego. Podría haber recibido un balazo, podría haber muerto. Pensar en mi muerte me produjo una profunda tristeza por las cosas que hubiera dejado incompletas, por las cosas que no me atreví a decir o hacer, por no haber podido despedirme de cada una de las personas que quiero, por no haber podido acompañarlas por más tiempo. Sin saber quien soy, sólo el alivio del no ser. El mayor misterio es la puerta por donde se pasa del ser al no ser. Y viceversa.

miércoles, junio 29, 2005

San Martín de los Andes - Bariloche

Por la ventana del micro veo los campos amarillentos cubiertos por una fina capa de nieve algo sucia. Un arroyo serpentino cruza la ruta y se pierde entre las montañas que van creciendo en altura y en cantidad de nieve a medida que la distancia aumenta.

Por la ventanilla opuesta aparece un valle con una arboleda y un establecimiento rural y más allá más montañas nevadas, que se ven majestuosas e imponentes gracias a la dimensión humana que le da la estancia.

Vuelvo la vista y el paisaje no puede ser mejor; una excelente foto. Recuerdo que tengo la cámara en el bolsillo de la campera y me apresuro a buscarla. Con el micro moviéndose hacia un lado y hacia el otro y yo tratando de acomodarme, la campera está trabada en algún lugar. Paso la birome a la boca, mordiendo para que no se caiga. Un gaucho con el facón entre los dientes, pienso, suponiendo que los gauchos aún usen facón y se los pongan entre los dientes. Con las dos manos trato de destrabar la campera, pero no puedo. Murmuro una puteada, lo que de alguna forma, libera la prenda. La señora que ocupa el asiento de delante mío se mueve incómoda, como si algo hubiese escuchado. Abro el cierre del bolsillo y saco la cámara cuando me doy cuenta que se escapó el paisaje que quería fotografiar.

¡Mierda!, un poco más claro y fuerte. Ahora se que escuchó porque parece querer saber a qué o quién puteo. Quiere una puteada personalizada y no una genérica; si me apura un poco más hasta se la puedo autografiar. Casi le doy el placer pero por el rabillo del ojo el paisaje es aún más imponente que el anterior. ¿La puteo o saco fotos? El ojo puede más que la palabra y enciendo la cámara, que como todas las digitales, se toma su tiempo. Entre el movimiento, los vidrios algo empañados y esta cámara lenta para encender no voy a lograr gran cosa.

La doña no se rinde. Inesperadamente, tira para atrás el respaldo de la butaca y me destroza las rodillas (noto que al hacerlo estiró un poco la cabeza hacia atrás). Quiere inspirarme pero no le voy a dar el gusto. Quedate con las ganas.

Me acomodo en el asiento lo mejor que puedo convencido que las fotos no van a captar lo que siento en este momento. Vuelvo a la birome, en la que ahora hay una incisión que antes no estaba. La verdad es que tengo algo de bronca y apreté un poco de más las mandíbulas. El micro va disminuyendo la marcha hasta detenerse. El chofer anuncia que llegamos a Confluencia. Parada de cinco minutos.

¿Cómo poder expresar exactamente lo que se siente en un momento determinado? Quisiera poder captar un instante, pero ni con la escritura ni con la fotografía parece que puedo hacerlo en forma completa, no sólo por mis propias imposibilidades sino también por la falta de contexto: los sonidos, los olores, los otros pasajeros, lo que dicen, lo que miran, la sensación física de incomodidad provocada por el asiento, lo que siento cuando estoy en un lugar que ya conozco, los recuerdos que se disparan por ello; a un nivel más profundo, la compleja combinación de todo sumado, aun aquellas cosas que suceden y que no identifico pero que forman parte del momento.

Las fotografías podrían complementar la escritura mas que ilustrarla mientras que ésta podría captar el ambiente; ambos, el externo y el interno. Cuando vuelva de este viaje debería sumarme a algún taller de escritura. Y a uno de fotografía también. Aprender las técnicas ayudaría mucho. Sin embargo, a pesar de que muchas veces me lo propuse, nunca empecé ningún curso. Excusas que finalmente se resumen en la falta de tiempo o dinero; más un prejuicio: el aprendizaje de las técnicas de alguna manera afecta la experiencia. O también, al no conocer las técnicas, el resultado es torpe y algo reiterativo, pero la forma de contar la experiencia se asemeja más a la realidad que uno cree percibir. Se siente en un momento determinado como una presión que lentamente va creciendo, una necesidad , una urgencia que no puede esperar al aprendizaje.

DonEl micro se detiene en el medio de la nada. Parece que alguien esta subiendo lentamente. Finalmente aparece caminando por el pasillo concierta dificultad, no solo por la edad supongo. El rostro revela penurias. No obtuve mi paisaje, pero creo poder captar al personaje.

lunes, junio 27, 2005

Después de la tormenta

Lago Lacr
Lago Lacar, San Martín de los Andes

domingo, junio 26, 2005

Neuquén - San Martín de los Andes

Ululante y
desolada estepa.
Vi tu ausencia.
(Ruta Provincial 22, Neuquén)


Amarillos y
ocres pueblan la villa.
El río da vida.
(Río Picón Leufú)

Nubes de polvo
en la vasta estepa
llenan el vacío.
Ruta 237
El cielo cae
bajo la lluvia plomo.
El lugar vive.

Goma quemada.
Sin señal y aislados.
Sólo la lluvia.
(18:10)

Todo hastío.
El tiempo se dilata.
Lluvia perpetua.
(22:00)