miércoles, junio 29, 2005

San Martín de los Andes - Bariloche

Por la ventana del micro veo los campos amarillentos cubiertos por una fina capa de nieve algo sucia. Un arroyo serpentino cruza la ruta y se pierde entre las montañas que van creciendo en altura y en cantidad de nieve a medida que la distancia aumenta.

Por la ventanilla opuesta aparece un valle con una arboleda y un establecimiento rural y más allá más montañas nevadas, que se ven majestuosas e imponentes gracias a la dimensión humana que le da la estancia.

Vuelvo la vista y el paisaje no puede ser mejor; una excelente foto. Recuerdo que tengo la cámara en el bolsillo de la campera y me apresuro a buscarla. Con el micro moviéndose hacia un lado y hacia el otro y yo tratando de acomodarme, la campera está trabada en algún lugar. Paso la birome a la boca, mordiendo para que no se caiga. Un gaucho con el facón entre los dientes, pienso, suponiendo que los gauchos aún usen facón y se los pongan entre los dientes. Con las dos manos trato de destrabar la campera, pero no puedo. Murmuro una puteada, lo que de alguna forma, libera la prenda. La señora que ocupa el asiento de delante mío se mueve incómoda, como si algo hubiese escuchado. Abro el cierre del bolsillo y saco la cámara cuando me doy cuenta que se escapó el paisaje que quería fotografiar.

¡Mierda!, un poco más claro y fuerte. Ahora se que escuchó porque parece querer saber a qué o quién puteo. Quiere una puteada personalizada y no una genérica; si me apura un poco más hasta se la puedo autografiar. Casi le doy el placer pero por el rabillo del ojo el paisaje es aún más imponente que el anterior. ¿La puteo o saco fotos? El ojo puede más que la palabra y enciendo la cámara, que como todas las digitales, se toma su tiempo. Entre el movimiento, los vidrios algo empañados y esta cámara lenta para encender no voy a lograr gran cosa.

La doña no se rinde. Inesperadamente, tira para atrás el respaldo de la butaca y me destroza las rodillas (noto que al hacerlo estiró un poco la cabeza hacia atrás). Quiere inspirarme pero no le voy a dar el gusto. Quedate con las ganas.

Me acomodo en el asiento lo mejor que puedo convencido que las fotos no van a captar lo que siento en este momento. Vuelvo a la birome, en la que ahora hay una incisión que antes no estaba. La verdad es que tengo algo de bronca y apreté un poco de más las mandíbulas. El micro va disminuyendo la marcha hasta detenerse. El chofer anuncia que llegamos a Confluencia. Parada de cinco minutos.

¿Cómo poder expresar exactamente lo que se siente en un momento determinado? Quisiera poder captar un instante, pero ni con la escritura ni con la fotografía parece que puedo hacerlo en forma completa, no sólo por mis propias imposibilidades sino también por la falta de contexto: los sonidos, los olores, los otros pasajeros, lo que dicen, lo que miran, la sensación física de incomodidad provocada por el asiento, lo que siento cuando estoy en un lugar que ya conozco, los recuerdos que se disparan por ello; a un nivel más profundo, la compleja combinación de todo sumado, aun aquellas cosas que suceden y que no identifico pero que forman parte del momento.

Las fotografías podrían complementar la escritura mas que ilustrarla mientras que ésta podría captar el ambiente; ambos, el externo y el interno. Cuando vuelva de este viaje debería sumarme a algún taller de escritura. Y a uno de fotografía también. Aprender las técnicas ayudaría mucho. Sin embargo, a pesar de que muchas veces me lo propuse, nunca empecé ningún curso. Excusas que finalmente se resumen en la falta de tiempo o dinero; más un prejuicio: el aprendizaje de las técnicas de alguna manera afecta la experiencia. O también, al no conocer las técnicas, el resultado es torpe y algo reiterativo, pero la forma de contar la experiencia se asemeja más a la realidad que uno cree percibir. Se siente en un momento determinado como una presión que lentamente va creciendo, una necesidad , una urgencia que no puede esperar al aprendizaje.

DonEl micro se detiene en el medio de la nada. Parece que alguien esta subiendo lentamente. Finalmente aparece caminando por el pasillo concierta dificultad, no solo por la edad supongo. El rostro revela penurias. No obtuve mi paisaje, pero creo poder captar al personaje.