lunes, julio 11, 2005

Sierra de las Quijadas, San Luis

Muchas veces necesitamos cambiar de entorno para recordar qué cosas son realmente importantes. Cosas que a diario no les prestamos atención, por considerarlas obvias, commodities.
Potrero de la AguadaEn el Parque Nacional Sierra de las Quijadas y en las poblaciones aledañas el agua es un bien escaso y muy valioso; no hay arroyos, ni bañados ni lagunas salvo las aguadas, que son pozones donde generalmente se acumula el agua de las lluvias, pero como la tierra tiene mucho salitre no es apta para consumo. Las lluvias no son frecuentes y cuando ocurren es necesario acopiar la mayor cantidad posible, tanto para los animales como para las familias que habitan la zona. Otra posibilidad es esperar que llegue el camión cisterna de la provincia, que aún es menos frecuente que las lluvias. O comprarla...

A veintidós kilómetros del parque, camino a San Luis capital, se encuentra el poblado de San Antonio, tan poco ameno como el entorno, salvo por la gente de allí habita. Entre ello tiene su casa, similar a las otras excepto por un detalle, el Margarito. En medio de tanta aridez, La flor del Margaritode tanta desolación y abandono, tiene plantada una rosa roja, bien regada y cuidada. Cuando le pregunté por ella, me contestó con una amplia sonrisa en el rostro: porque es hermosa.

Miré a mi alrededor, miré esa páramo de tierra yerma, rasa, desabrida y creí comprender a esa alma.